Coleamos en un empalme entre el silencio siniestro de dos rutas provinciales.
El parador de escasas dos viviendas y una estación multiservicio nos dio la bienvenida bajo el nombre de San José.
Los rayos del sol se filtran por entre las nubes como si la luz atravesara una persiana americana.
La densa niebla lucha encarnizadamente en afán de bloquear en cuotas el resplandor del astro rey.
La densa niebla lucha encarnizadamente en afán de bloquear en cuotas el resplandor del astro rey.
El silencio nos embarca en la más profunda armonía; de vez en cuando puesta en jaque por los chillidos de las aves de presa sobrevolando nuestros bípedos cuerpos.
La paz esta acá.
Pegamos una curva.
Nos adherimos al peraltado del camino.
Izquierda.
Camino de tierra.
Sendas y profundas inundaciones hacen que el manejar un vehículo con tracción sólo delantera da lugar a la temerosa situación de una escena pantanosa.
Nos adherimos al peraltado del camino.
Izquierda.
Camino de tierra.
Sendas y profundas inundaciones hacen que el manejar un vehículo con tracción sólo delantera da lugar a la temerosa situación de una escena pantanosa.
La curiosidad nos hace derrapar; avanzando mas allá de la inundación de esta calle de tierra en busca de no sabemos qué cosa; siguiendo antiguas huellas de otros transportes dotados de una tracción mas completa.
La eterna duda nos hace parar; estudiar el más adelante; frenar con animosidad sobre ese barral que nos invita a la posibilidad de una playa desierta dotada de un nombre mágico.
Las preguntas nos obligan a sacar los celulares y comprobar la falta total de señal telefónica.
Las ranas nos saludan con sus ruidos ensordecedores en esta parte de la soledad.
La eterna duda nos hace parar; estudiar el más adelante; frenar con animosidad sobre ese barral que nos invita a la posibilidad de una playa desierta dotada de un nombre mágico.
Las preguntas nos obligan a sacar los celulares y comprobar la falta total de señal telefónica.
Las ranas nos saludan con sus ruidos ensordecedores en esta parte de la soledad.
Nunca llegamos a esa playa con ese nombre tan mágico; pero si pudimos encontrar la paz en esta extraña comunión entre el mundo entre rutas, campos, ranas y rapaces que vinieron a darnos un caluroso abrazo en nuestra gran aventura estival.