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martes, 10 de febrero de 2015

Alguna cosa pseudo reflexiva, pero no demasiado que me hace mal ;)

Encontré por algún lado oscuro y ridículo de la Web que una mujer no sonríe durante 40 años para no tener arrugas.

La leyenda debajo de su foto avisa que ni siquiera sonrió cuando nació su hija.
Alabada por un sector ¿social? que admira su tenacidad llevada a cabo para NO REIRSE NUNCA es tenida, actualmente, como modelo anti bótox.

La mujer se llama Tess Christian, y cuenta que desde los 10 años de edad que dejó de sonreír porque se hizo "consciente" que las arrugas que conllevan el ser (simplemente) demostrativo afectaban su piel.

Ella tiene ahora 50 años de edad, sigue sin sonreír... y yo no dejo de pensar que quizás te perdiste de todo Tess.


lunes, 2 de febrero de 2015

...El Duro...

Llegaste como un cowboy listo para un duelo.

Nos enfrentaste el primer día de clases, te paraste al frente del salón lleno de tus alumnos y muy despacio nos fulminaste a uno por uno con tu mirada inquisitiva.

Tu pelo entrecano nos hacía dudar de tu edad. 

Una noche nublada y complicada nos hiciste salir a la calle a conseguir declaraciones de no sé que artista de la calle Corrientes (mentira, si que me acuerdo) sabiendo que en breve iba a romper el cielo una tormenta descarnada que, de seguro, nos empaparía.


Otra clase nos pusiste límites geográficos y nos incitaste a que vayamos a "conseguir" una historia sin salir de la facultad, con un tipo especial de dato novedoso... una noticia tan interesante que se pudiera usar en un diario.

Alguna vez que nos diste una historia escrita y dividida en 10 papelitos para que la rearmemos con 10 noticias actuales.

Recuerdo aquella vez que me dijiste que saliera de la sala de Redacción, dejando colgada la asignación con nota que había que entregar ese mismo día para ir al salón de T.V. y estudiar la realización y preparación de un noticiero en vivo.


Me dijiste que no sabía escribir.

Me dijiste era un desastre de distraída.

Me criticaste todo, me desarmaste cada analogía, relato, nota, nota de color, perfil, idea, construcción. 
Tanto.

Me hiciste dudar.

Creí que me ponías piedras.

Si leyeras esto te enojarías porque mis oraciones espaciadas son amorfas y no sabrías si es parte del párrafo anterior o posterior y que además,y como si esto fuera poco, los párrafos no pueden ser tan cortos. 

Te metiste en mi cabeza. Ahora antes de escribir la pienso 18 millones de veces. (Y sustituiste mi verborragia interna por palabras con mayor sentido)

Me sacaste de la caja. A garrotazos, pero lo hiciste.

Fuiste el último de los profesores (el verdaderamente último docente) que tenía que cerrar las notas de fin de año de la clase de Taller.
Ese final y único día nos llamaste en grupos de cinco y nos diste la nota con una devolución oral de tu vivencia con nosotros. Y nos tapaste la boca a todos.

No solo que te acordabas del nombre de pila de todos nosotros, sino que demostraste que tu memoria era muy avispada al acordarte de cada ejercicio que habíamos hecho en todo este tiempo y ademas VOS SABIAS exactamente quienes éramos cada uno de nosotros: conocías nuestros éxitos, falencias, fortalezas y debilidades. 

Fui la última del último grupo en recibir tu devolución. Aún no sabía si me la llevaba a la materia o no. La semana anterior me habías dicho que estaba muy complicada, por el temita de no saber escribir (¿viste?).
De verdad que esperaba lo peor, y lo sabías (¡creí que lo sabías! ).

Luego de llamarme Silvia (Ni Silvana, ni Silvina; como siempre pasó) fuiste corto: me dijiste que estaba aprobada.
Quedaste sorprendido por mis dudas, quedaste sorprendido cuando viste que yo esperaba llevármela. 
Y hablaste.

Me dijiste todo lo que era y lo diste vuelta. Vos no querías que yo escribiera. Vos querías que viera la producción de las cosas porque creíste que podía manejar el nacimiento de las investigaciones. Elogiaste mi forma de encontrar datos. Criticaste nuevamente mi forma de escribir y volviste a recontra sugerir la producción, la investigación. 
Me soltaste que te había dado un gusto enorme el haberme tenido cerca,  haberme callado cuando calle y el haber tenido la predisposición necesaria cuando mas la buscabas en nosotros, en el curso (tus chicos del 1° F). 
Me explicaste que habías visto cosas que yo nunca había visto en mí.

Me soltaste que era buena en lo que hacía.
Y que en realidad no escribía tan mal, sólo que me faltaban cosillas por pulir nomás.

Tus enseñanzas me van a acompañar por siempre.


¡¡Gracias Marcelo R.!!