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miércoles, 6 de junio de 2012

Bacacay

Hace muchos años me encontré en un salón vacío; aterrada, aventurera, sola y atrevida.


Las luces del lugar me eran incomodas; y en realidad y simplemente porque no había luces artificiales, sólo las que entraban por aquella ventana.


El frío me recorría todo el cuerpo, el ambiente estaba helado; pero lo gélido venía por otro lado. Quizás eran mis pies fríos, quizás era ese piso de porcelanato blanco y sin identidad, quizás eran mis desaciertos.
La soledad del lugar era inmensa, al igual que la libertad de posibilidades que se presentaban.
La soledad de mi corazón era grande, al igual que la libertad de todas las posibilidades que comenzaba a vivir.

Me senté en ese salón vacío, sobre el suelo de porcelanato blanco y sin identidad a pensar.
Era mucho lo que tenia para pensar, era mucho lo que tenía que sacarme de encima para poder avanzar; era mucho lo que dejaba detrás.


Me levanté, firmé los papeles, salí, crucé las vías del tren, me tomé el colectivo, me bajé en la puerta de un supermercado, me compré bolsas de residuos, me dormí, me desperté de madrugada y como ladrón en boquete de olivos, me dispuse a empacarlo todo (poco) lo que tenía en aquellas bolsas negras de consorcio.
Llegó la mañana, llegó el camión, llegaron las lagrimas y la ayuda extra para cerrar aquella puerta a mis espaldas y continuar.


Arribé a ese salón nuevamente pasadas las 10 de la mañana. A medida que iba y venía, el salón se fue acomodando con mis cosas; todo se encontraba trasladado ya.
Miré esas alacenas, también vacías, esa cocina sin estrenar, ese termotanque eléctrico sin utilizar.
Cerré tras de mí la puerta blanca de mi nueva dirección, de mi nuevo hábitat y refugio.


Las alacenas comenzaron a llenarse con el tiempo, la heladera apareció luego de unos meses fatídicos de delivery y agua natural, y llegaron dos sillas y una mesa, y mas ropa de cama y hasta un placard... y el salón? Bueno; lentamente se transformó en el monoambiente mas perfecto, único y necesario que jamás había tenido.
Tenía mi hogar, con mis reglas, con mis fríos, son mi soledad, con mis peleas y tristezas, con mi crecimiento.



Mi primer alquiler, mi primer hola y adiós. 
 Bacacay 1700 5 B 

6 comentarios:

  1. Una buena descripción de lo que es una mudanza a un nuevo lugar, con todo lo que implica.
    Se va de a poco, y con el tiempo se va transformando en un hogar.
    beso

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    1. Y si, de a poquito se fue llenando. Esta mudanza fue hace muchos años y aún habiendo pasado por tantas "casas", ésta se me quedo presente siempre... que cosas.
      Besote grande y gracias por pasarte!

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  2. Llega un momento en que hay que despegar y arreglárselas solita ;)
    cuesta pero no es imposible no?

    Saludo.

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    1. Hola Alter, si costó muchísimo y yo era bastante chica pero me animé y lo hice. Y me sirvió al espíritu un montón. Me hice un poquito menos "blanda".
      Eso sí, como vos decís: costó.
      Saludos!! y disfruta de esas sopas riquísimas que vi en el post

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  3. Me encantó, pero me encantó muchisimo! como lo escribiste.
    Pude sentir y visualizar todo, me hizo acordar a cuando me vine al sur, trajimos un camión lleno de cajas pero cuando nos mudamos a nuestro hogar estaba vacío.
    Por suerte con el tiempo el hogar va tomando forma de tal.
    Besos!

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    1. Muchas gracias Chivi! Me alegra que te haya gustado.
      Es tanto desarraigo el que se siente a veces con ciertas mudanzas, no?
      Lo bueno es que tarde o temprano, siempre se transforma en nuestro hogar, no es cierto?
      Beso grande!

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